Hay diferentes niveles de bacterias que viven en nuestros cuerpos, pero la mayoría se alojan en nuestros intestinos y se las conoce como las bacterias comensales, que en circunstancias normales no causan ningún daño.
Algunas son útiles, pero otras tienen el potencial de ser muy perjudiciales, como por ejemplo, la bacteria causante de la úlcera el “Helicobacter pylori”, la cual puede vivir sin causar daño dentro de nosotros, pero se encuentra en estado latente, que significa un potencial riesgo en algún momento de nuestra vida pudiendo ser la causa de ésta enfermedad grave, lo cual sucede cuando el entorno intestinal se desequilibra y se multiplican.
Las buenas bacterias, llamadas a veces "flora amigable”, son el conjunto de bacterias que están de nuestro lado, representando microorganismos vivos que mejoran el equilibrio en el medio intestinal, controlando literalmente a las bacterias peligrosas y contaminantes de los alimentos, inhibiendo su crecimiento.
Estas buenas bacterias ayudan a la digestión y la absorción de nutrientes (básicamente determinan nuestra salud nutricional).
También es muy importante la movilidad intestinal o proceso físico que recibe el nombre de peristalsis, a través del cual la comida y los desechos se mueven a través del sistema.
Las membranas mucosas juegan un papel fundamental al estimular la producción de mucinas (las proteínas en el moco que lubrican y protegen nuestra piel interna) y la secreción de nutrientes que se utilizan para la reparación de los tejidos.
Nuestros niveles de probióticos naturales se dañan fácilmente por factores como la mala alimentación, el estrés, el alcohol, las fluctuaciones hormonales, los cigarrillos, la cirugía y las drogas, los cuales afectan el balance y las buenas bacterias se deterioran, dándole la oportunidad a las malas para que se multipliquen ganando terreno y generando así un sin número de problemas para nuestra salud.
