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Una de las terapias naturales más antiguas, son los sonidos, un
conocimiento que los antiguos sacerdotes, chamanes, curanderos y
místicos, utilizaron desde los orígenes de la humanidad para
reequilibrar la salud y el espíritu de sus semejantes.
El razonamiento de porque los sonidos son capaces de modificar
las estructuras tanto biológicas como inertes es muy simple, y se traduce en que
el sonido es energía y toda estructura física es energía con distintos
niveles de densidad, por lo tanto interactúa. Como decían los antiguos sabios, el hombre es música que camina, y la
música es
la armonía de los sonidos, en otras palabras el mensaje de los sabios era que
salud es nuestra música, y cuando se pierde esa armonía
vibracional, nos encontramos ante lo que hoy llamamos enfermedad.
Cada célula de nuestro cuerpo vibra y lo hace en una frecuencia
específica, para mantener la salud o la totalidad de las funciones orgánicas, y
saber cómo restituir esa frecuencia cuando se pierde, era el arte de curación
que en la antigüedad se practicaba y que ahora se trata de recuperar.
Un dato anecdótico que siempre me llamo la atención y que da un
indicio entre la relación de los sonidos y la salud, es que según un estudio los
músicos viven más, al vivir inmersos en el mundo de la armonía de los sonidos.
El Tíbet, que es uno de los lugares más antiguos del mundo y
donde se practica la sanación atreves de los sonidos en la actualidad, como se
realizaba hace miles de años, es un lugar donde los monjes tratan una gran
variedad de dolencias, por medio de sus cantos o mantras y elementos como los
famosos cuencos tibetanos, que llevan al reequilibrio de las frecuencias
celulares y así logran devolver la salud.
Los “Mantras”, son frecuencias capaces de armonizar todos los
niveles vibracionales de nuestro cuerpo energético y psicofísico, siendo el más
antiguo de todos el que representa a sonido del universo, y es el Om o
Aum, muy utilizado en el yoga hindú, que lo considera el sonido de la
creación o primigenio y como tal el que es capaz de restaurar nuestro equilibrio
general al sintonizarnos con el mismo universo.
En las artes marciales se utilizan los sonidos para lograr un
mayor efecto de los golpes, así por ejemplo en las artes marciales japonesas el
grito que acompaña al golpe se lo llama Kiai y este tiene como fin concentrar la
energía en un punto logrando así un resultado que rompe las leyes de la física,
ya que cualquier parte de cuerpo puede romper materiales que van desde maderas
hasta hormigón, una proeza que la ciencia aun hoy no puede explicar.
Otro dato interesante respecto del poder curativo de los
sonidos es el caso de los animales, siendo un ejemplo de ello la terapia con
delfines o Delfino terapia, en la cual estos maravillosos animales emiten
frecuencias inaudibles en el agua capaces de restaurar el equilibrio vibracional
celular en las personas enfermas, que encuentran en esta terapia desde un gran
alivio hasta curaciones milagrosas.